—A mí lo que me gusta es tocarme los pies —dice la señora de Bracamonte.
La señora de Cinamomo expresa su escándalo. Cuando la Ñata era chica le daba por tocarse aquí y más allá. Tratamiento: bofetada va y bofetada viene, la letra con sangre entra.
—Hablando de sangre hay que decir que la nena tenía de donde heredar —confidencia la señora de Cinamomo—. No es por decir pero su abuela paterna, de día nada más que vino pero a la noche la empezaba con la vodka y otras porquerías comunistas.
—Los estragos del alcohol —lividece la señora de Bracamonte.
—Le diré, con la educación que le he dado, créame que no le queda ni huella. Ya le voy a dar vino yo a ésa.
—La Ñata es un encanto —dice la señora de Bracamonte.
—Ahora está en Tandil —dice la señora de Cinamomo.