Lucas en el salón de lustrar cerca de Plaza de Mayo, me pone pomada negra en el izquierdo y amarilla en el derecho. ¿Lo qué? Negra aquí y amarilla aquí. Pero señor. Aquí pones la negra, pibe, y basta que tengo que concentrarme en hípicas.
Cosas así no son nunca fáciles, parece poco pero es casi como Copérnico o Galileo, esas sacudidas a fondo de la higuera que dejan a todo el mundo mirando paltecho. Esta vez por ejemplo hay el vivo de turno que desde el fondo del salón le dice al de al lado que los maricones ya no saben qué inventar, che, entonces Lucas se extrae de la posible fija en la cuarta (jockey Paladino) y casi dulcemente lo consulta al lustrador: La patada en el culo ¿te parece que se la encajo con el amarillo o con el negro? El lustrador ya no sabe a qué zapato encomendarse, ha terminado con el negro y no se decide, realmente no se decide a empezar con el otro. Amarillo, reflexiona Lucas en voz alta, y eso al mismo tiempo es una orden, mejor con el amarillo que es un color dinámico y entrador, y vos qué estás esperando. Sí señor en seguida. El del fondo ha empezado a levantarse para venir a investigar eso de la patada, pero el diputado Poliyatti que no por nada es presidente del club Unione e benevolenza, hace oír su fogueada elocución, señores no hagan ola que ya bastante tenemos con las isóbaras, es increíble lo que uno suda en esta urbe, el incidente es nimio y sobre gustos no hay nada escrito, aparte de que tengan en cuenta que la seccional está ahí enfrente y los canas andan hiperestésicos esta semana después de la última estudiantina o juvenilia como decimos los que ya hemos dejado atrás las borrascas de la primera etapa de la existencia. Eso, doctor, aprueba uno de los olfas del diputado, aquí no se permiten las vías de hecho. El me insultó, dice el del fondo, yo me refería a los putos en general. Peor todavía, dice Lucas, de todas maneras yo voy a estar ahí
en la esquina el próximo cuarto de hora. Qué gracia, dice el del fondo, justo delante de la comí. Por supuesto, dice Lucas, a ver si encima de puto me vas a tomar por gil. Señores, proclama el diputado Poliyatti, este episodio ya pertenece a la historia, no hay lugar a duelo, por favor no me obliguen a valerme de mis fueros y esas cosas. Eso, doctor, dice el olfa.
Con lo cual Lucas sale a la calle y los zapatos le brillan cual girasol a la derecha y Oscar Peterson a la izquierda. Nadie viene a buscarlo cumplido el cuarto de hora, cosa que le produce un no despreciable alivio que festeja en el acto con una cerveza y un cigarrillo morocho, cosa de mantener la simetría cromática.